Ya cada día estamos más cerca… Andrea cumplió ayer 36 semanas de embarazo, y el día M (en que nacerá Mateo) se ve ya a la vuelta de la esquina… El ginecólogo se lo toma todo con una tranquilidad pasmosa, espero con la intención de contagiárnosla; sin embargo, no puedo evitar estar todo jumpy cada vez que oigo a mi mujer sobresaltarse por una patadita extraña o adormilándose a horas no comunes para ello. Mientras tanto, estas últimas semanas las he vivido con una permanente sensación de calma inquieta, como sentado en una tabla de surf y viendo la ola que se aproxima. Algunos acontecimientos, del tipo de los que planeas cuidadosamente, se están dando de forma atropellada y desordenada, pero a la luz del evento gigantesco que está a punto de ocurrir, me parecen pequeños y sin importancia. Mateo: te estamos esperando con muchísimo cariño, ya tenemos casi todo listo para tu llegada, salvo dos que tres detalles que supongo se resolverán a tiempo. Quiero decirte que tenemos la intención de ser los mejores padres que podamos para ti, y pedirte que nos disculpes -sobre todo a mí- por cualquier resabio de la educación inefectiva que recibimos, porque todo en todo estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo. A mí me emociona particularmente que, de ahora en adelante, ya no seremos dos los vagos que recorrerán la ciudad en coche sólo para platicar, que se buscarán ocupaciones suficientemente diversas los fines de semana, que se reirán como tontos con programas que ya conocerás, que disfrutarán de la compañía de nuestros perros y gatos -que ya también te esperan con ansias-. Ahora seremos tres. Y nos da mucho gusto.
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