Desde siempre me he considerado un experto en hacer las cosas de la forma más simple que he tenido a la mano. Y es que soy flojo.
Mucho.
Si me das la oportunidad, dormiré hasta las 11:00; si me obligas a hacer la misma cosa 100 veces, prefiero emplear el doble de tiempo para pensar en cómo hacerlo sólo una vez y luego con un botón mágicamente crear las 99 versiones restantes.
XKCD siempre tiene algo qué decir
Como es fácil deducir, esto de ser siempre práctico no siempre es práctico.
A veces es fácil perder horas o hasta días enteros buscando una herramienta perfecta para una tarea talachuda que en el peor de los casos habría tomado un par de horas terminar. Y escudarse en el espíritu científico al intentar explicar por qué decidiste emplear dos semanas para aprender Ruby, si lo que necesitabas en realidad era producirurgentemente un PDF con cientos de gráficas. Y claro, no olvidar mencionar cuando te das cuenta de que la herramienta perfecta en realidad no sirve para resolver tu problema.
A veces no hay sustituto para el trabajo fecundo y creador. ¿O era sangre, sudor y lágrimas? Nunca he sido el mejor para esto de las citas inspiradoras. Sin embargo, a la larga todo este sufrimiento suele pagar: en mi caso, el resultado ha sido conocer los atajos para el teclado de al menos 100 aplicaciones, y no usar el mouse casi nunca -sospecho que el origen de esta obsesióon fue precisamente mi inhabilidad para usarlo-, y la ilusión de trabajar más rápido.
O al menos hacer más cosas a la vez. No todas productivas, por cierto.
Pero a veces otra cosa que se interpone en el camino del pragmatismo es la comodidad. Y en el camino de la comodidad, la búsqueda de un ideal estético.
Me explico: aunque es probable que la postura ideal para trabajar sea sentado en una silla ergonómica, con teclado ergonómico y monitor colocado a la altura ergonómica ideal, es más cool hacerlo en tu MacBook Air de 11” recargada en tus piernas. O peor aún: con tu iPad 2 recargado en las piernas, Smart Cover enrollado cuidadosamente, intentando balancearlo de forma que el teclado se alinee mínimamente con tus manos mientras intentas escribir un post para el blog en una sesión de pantallita verde (ssh, para quien entienda) que es, en definitiva, mucho más lenta que en una compu real. Steve Jobs estaría orgulloso o por lo menos te daría unas palmaditas en la espalda mientras le envía una mirada de complicidad a Jony Ive.
Realmente no te puedes culpar por intentar cumplir este ideal moderno de comodidad y belleza, ¿verdad?¿Verdad?
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