Waze parece sacado de cuentos de ciencia ficción: no sólo encuentra la ruta para llegar en auto a tu destino sino que decide cuál es la mejor basada en el tráfico y la va modificando conforme avanzas; avisa cuando hay manifestaciones, policía o detectores de velocidad; permite visitar ciudades o colonias desconocidas sin miedo a perderse -¡aunque no a ser asaltado!-; lee tu agenda de citas y te avisa que a qué hora debes salir para llegar a tiempo; notifica a tus socios o amigos sobre tu hora estimada de llegada; incluso te conecta con otros conductores para agradecerles por avisar de baches, accidentes o socavones. Dos cosas que quizá no sabes sobre Waze: la primera, que es la cristalización del trabajo en equipo y que con sólo abrirlo estás ayudando a que otros sepan el estado del tráfico justo donde estás; la segunda, que para bien o para mal el dueño de Waze es Google. ¡Pero se equivoca! dicen todos. Es la queja común reivindicadora de la inteligencia humana, la memoria de los taxistas y la intuición de los veteranos del tráfico en la ciudad: noooo, yo no uso Waze, me hace unas rutas rarísimas, me lleva por caminos absurdos, me hace perder el tiempo. Y sí: Waze se equivoca. A veces, no en pequeño. En condiciones de mucho tráfico el tiempo estimado de llegada, tan misterioso, se va acumulando y acumulando y termina pareciendo una burla. No se “entera” de maratones y mega-marchas y te lleva por calles que acaban de ser cerradas minutos antes. A veces, por hacerte ganar unos segundos, te hace tomar una calle paralela para después regresar a ella. ¿Por qué? Definitivamente no para hacer que los Guerreros del Camino confirmen que ninguna máquina sabe más que ellos. Sin embargo, es entendible que Waze se equivoque y ahora veremos por qué y bajo qué condiciones. ¿Cómo funciona Waze? Ya dije antes que funciona “en equipo”. Se inventó en 2006 en Israel, fue diseñado desde el principio para alimentarse de la información que los conductores pasivamente le compartirían. Por lo tanto no hace falta que reportes accidentes o desviaciones: con avanzar, detenerte en los semáforos, tomar atajos secretos a tu oficina, acelerar cuando la calle se abre y subir el volumen de la radio cuando pone una buena canción, estás enviando información a Waze y otros la aprovecharán cuando éste elija rutas para ellos. Por cierto, esa última parte sobre el volumen de la radio no es cierta, la puse sólo para ver si te estabas fijando. En tiempo real, la “central” de Waze -eso que los tecnólogos llaman “el servidor”- recibe desde el Waze que corre en tu smartphone tu latitud, longitud y velocidad; calcula en qué dirección conduces, compara tus datos con los de otros autos que estén cerca, anota si hay muchos autos en esa misma calle para estimar si hay tráfico fuera de lo normal, piensa si la ruta que te diseñó seguirá siendo la mejor, se fija en si vas por encima del límite de velocidad, deja pasar medio milisegundo para volver a recibir tu latitud, longitud y velocidad, calcula si sigues por la misma ruta y si no te calcula una nueva, compara tus datos con los de otros, etc. Es muchísima información. Como siempre, algo tan útil tiene derivaciones perversas: Waze -y por lo tanto Google- puede llevar cuenta de qué rutas tomas, a qué hora, si pasas cerca de empresas que le compraron publicidad, si pones música -¡esto sí es cierto! Tiene conexión con Spotify-, si tu viaje actual es típico o fuera de la norma, dónde sueles estacionarte, etc. Puede aprovechar esta información para decirle a un candidato cuáles son las rutas donde más gente verá su propaganda, estimar tu nivel económico basándose en dónde trabajas y vives, incluso para indicarle rutas no tan eficientes a todos sus usuarios si una autoridad decidiera que necesita “limpiar” una zona de tráfico. El presente es así: hay muchos servicios gratuitos y maravillosos, pero si el producto es gratis, entonces el producto eres tú. En zonas rurales, Waze también sirve. Si tomas un camino de terracería o si conduces por una calle por la que nadie había pasado utilizando Waze, ayudas a crear un mapa del lugar. Si la gente conoce el lugar en donde vive, tiene más posibilidades de ser feliz. Muy bien. Entonces, ¿por qué se equivoca tanto? No sé si has notado que esto ocurre en zonas prácticamente desiertas, o a la inversa, en condiciones de tráfico creciente. Waze calcula el tiempo estimado del viaje aprovechando lo que sabe del tráfico en ese preciso instante. No sabe el futuro, y no puede predecir si en determinada calle va a aumentar la afluencia de autos cuando pases por ahí, en media hora. En ciudades tan grandes como la Ciudad de México, donde un viaje de 15 a 25 minutos se considera brevísimo, puede haber una gran diferencia entre el tiempo estimado y el tiempo real. Los servidores de Waze intentan predecir el futuro basándose en las experiencias pasadas (qué lindo, ¿no? Todos hacemos lo mismo) pero no son adivinos. Otra cosa que hace Waze es diseñarte rutas complicadísimas para ganar un par de minutos. También sugiere rutas que pasan por colonias peligrosas o inaccesibles. No hay un indicador “Waze, no me lleves por zonas delictivas”, porque se negaría a funcionar en la CDMX. Hay que entender que los algoritmos -esas personificaciones de las fórmulas que tanto odiabas en la escuela- no saben de estética y sólo saben buscar caminos y elegir el que resulte con el menor tiempo o distancia. Hay una configuración para que intente el menor número de giros, esperando con eso evitar el problema de las rutas laberínticas para ganar un minuto. Una forma de resolver esto es sí, aprovechar que el adulto eres tú y tomarte un segundo para inspeccionar las rutas propuestas por Waze. A veces la diferencia en tiempo es mínima, a veces una te llevaría por una zona mucho más agradable, a veces ya sabes que el maratón va a ocasionar que en media hora más cierren cierta calle y mejor la evitas. A veces tanta gente utiliza Waze a la vez que es contraproducente y se saturan los servidores. Cuando esto ocurre, Waze no puede diseñar rutas, te lleva por zonas de tráfico o sus estimados de tiempo son irreales. Aquí es una ventaja que Google conduzca las operaciones de Waze: podemos estar seguros de que tarde que temprano se resolverán los temas de escalamiento y exceso de usuarios en horas pico. Otros servicios de mapas y navegación basados en tráfico utilizan métodos similares, pero ninguno es tan popular en México como Waze. Es un caso más de “el fuerte se hace más fuerte”: mientras más gente lo utilice, mejores serán sus datos y menor será su competencia. Gana la navegación y el tráfico, pierde la libre empresa. Por cierto, el uso de datos es pequeño comparativamente: ver un video en YouTube es cien veces más gastador. Espero haberte convencido y ayudado a entender por qué este servicio sacado directamente de novelas de Julio Verne, gratuito y accesible en cualquier smartphone, se #@\$%&# equivoca tan a menudo. Ahora, ¿cómo hace Waze para indicarte las rutas utilizando los nombres de los letreros viales? Eso no lo sé.
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